lunes, 11 de abril de 2011

Un puzzle a la mitad

Arráncame el corazón de cuajo, no dejes que palpite un segundo más porque serviría para lo mismo que para lo que sirve ahora. Y, con él en la mano, piensa, siente, sufre, reflexiona, llora, ríe si puedes… ¿Acaso te ves capaz?

Yo sí, no lo necesito, prescindo de él más que de mis calcetines. Un órgano más un órgano menos, qué más da. Cuando algo no se utiliza mejor tirarlo; o mejor, cuando algo está viejo, gastado, roto, cuando es realmente inútil, mejor deshacerse de ello.

Hoy felicito a todas esas mitades que no encajaron conmigo, porque gracias a ellas soy más desconfiada, más débil, más… menos. Menos segura. Gracias a ellas llueve en días como hoy, en días de pleno sol, en los cuales la tristeza parece no tener cabida, donde las lágrimas creen no estar invitadas a celebrar un día tan fantásticamente primaveral.

Hoy. Hoy es el presente y yo debería dejar el pasado atrás y todo lo que ello implica. Hoy debería renacer, tirar a la basura mis cenizas, esas que no me dejan ver cómo soy yo en realidad, ni más ni menos, ni mejor ni peor, sólo mi verdadero yo.

Yo. Hablo en primera persona del singular. Narrador interno de todo lo exterior a mí, sigue buscando, no te canses de indagar en cualquier rincón existente, con el único fin de encontrar mi segunda persona. Aquélla que no se lleve mis horas, que no me robe los minutos, que me suplique un poco más de tiempo.

Todos nos merecemos un no-final feliz junto a alguien que, realmente, también sepa apreciarlo.

lunes, 4 de abril de 2011

Serais ce possible alors ?

Gracias a la primavera, mi sensibilidad está tan acentuada que cualquiera que me roce la piel, es capaz de llegar más allá de lo que incluso yo me hubiese podido imaginar.

domingo, 3 de abril de 2011

Sin venir a cuento

Se nota que es primavera.

Altibajos, un día te ves en lo más alto, y, al instante, te faltan segundos para volver a caer... ahí... donde sea.
Y mientras tanto, te conformas con deshojar recuerdos, desmigajar miradas, romper sentimientos... Sentimientos, obviamente, enterrados... ahí... donde sea.

Hoy me sorprendí recordándonte. No de esa manera, sino con rabia y miedo. Miedo por saber que tú has sido la última persona capaz de llegar hasta... tan adentro... ahí... donde sea.
En aquel lugar en el que ni yo misma me atrevo a entrar por miedo a lo que me pueda encontrar.

Más y más miedo.

Perdonar sería la forma más acertada de acabar con todo esto. Pero no puedo hacerlo. No puedo perdonar a alguien que no me ha pedido disculpas.

Aún así, supongo que no puedo evitar estar feliz. Siempre hay algún motivo para estarlo, por "insignificante" que sea. Porque, en realidad, no hay nada insignificante.