sábado, 24 de septiembre de 2011

Réquiem for a dream

El fino hilo metálico atraviesa mi piel mientras mis ansias se hacen cada vez más fuertes. Dame sólo un segundo… ¡YA! Todo pasa rápido, mis ojos, mis pupilas, mis ganas de precipitarme a un vacío infinito sabiendo que voy a salir ileso de cualquier lesión... Pues, ¿qué es eso para mí? Si yo soy fuerte, no necesito nada más, solo unos cuantos polvos mágicos, ellos son los únicos capaces de darme la vida, la cual me están robando en cada chute. Pero da igual, todo vale por unos míseros segundos de placer sin límites, de sentirte a parte del mundo, lo controlas todo, sin embargo, no te hace falta nada.

Y después… más… Atrévete a arrebatármelo y estás muerto, como cada una de las células que forman la piel de mi brazo, que poco a poco se cae, cansado de soportar el pinchazo de la aguja con la que creo ser un poco más feliz cada día.

El caballo es tan blanco y bonito cuando se ve desde fuera, manso e inofensivo. Como las luces del hospital que anuncian mi fin, o mejor, su fin, el de mi brazo y el de la sana relación que guardo con mi fiel heroína, la única capaz de salvarme del mundo.

Dejadme solo con mis lágrimas de arrepentimiento. Desde ahora y hasta siempre, aquí yacen mis sueños.