miércoles, 7 de julio de 2010

No es necesario.

No me grites, no me levantes la voz, porque sin eso también soy capaz de funcionar. Tus voces atronadoras son como guadañas de hoja afilada que me dividen en dos partes, rabia e impotencia. Por suerte, aunque nadie lo crea, soy capaz de controlar mi mitad que grita de rabia. Pero tú sigues en tus trece, no me escuches, total, no sirve de mucho, porque siempre hago mal las cosas, es normal, según tú no pongo interés, tampoco ofrezco mi ayuda.
Bah!, nada, no sirven nuestros monólogos, porque efectivamente, sólo hablas tú. Pues nada, esta pared con la que dices que hablas seguirá así, haciendo lo que ella cree conveniente, es decir, lo que de verdad es correcto, callándose (las paredes no hablan) y manteniendo, más que nunca, su barrera, provocada no-se-sabe-por-que, pero que nadie será capaz de atravesar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario