domingo, 13 de febrero de 2011

13 de febrero, San ¿...?

Menos de veinticuatro horas para que casi más de la mitad del universo me recuerde que estoy sola, que me falta la mitad de mí, que nunca he conseguido llenar ese hueco, que, tal vez, nunca lo consiga.
Menos de veinticuatro horas para que otro año más pase arrepintiéndome de haber cometido la mayor estupidez de mi vida.
Hay una primera vez para todo, es única e irrepetible, más vale aprovecharla. Los remordimientos por no haberlo hecho en un su momento pueden llegar a ser una tortura dolorsa e intensa que se ceba día y noche y no te deja desquitarte de ese gran lastre.
La sensación de no haber hecho mella en lo más hondo, de, ni siquiera, una persona, es increiblemente triste. Y ver que, cada vez que intentas hacer algo, empezar algo, lo único que consigues es simplemente lo más superficial, frío y frívolo que te puedas imaginar, hace que te preguntes si de verdad llegará alguién que te haga rozar la locura, que te haga no querer arrepentirte de nada...
En serio, mucho daño tuve que hacer en otra vida para que ahora me lo estén devolviendo de una manera tan cruel.

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