Me parece que ayer toqué fondo, y si no fue así, creo que estuve cerca de hacerlo. Mucha gente era la que me rodeaba pero en realidad estaba sola. A nadie le importaba mi tristeza, nadie reparaba en mis lágrimas. Pero creo que tampoco tú lo hubieses hecho aunque tu cara y mi semblante se hubiesen rozado. Desde hace tiempo estoy intentado buscar razones para seguir con esto, para aparentar normalidad, para reír sin sentir felicidad, pero creo que ayer no conseguí hacerlo, sin embargo tú tampoco hiciste/haces nada para remediarlo. No entiendo tu individualismo después de todo lo que has pasado, es más, no entiendo mi actitud altruista sabiendo que me responderás con bonitas imposiciones despectivas. Y lo que es peor, no me explico como nadie puede estar tan ciego de no darse cuenta, de reparar sólo en mis defectos, no en tus mandatos, en mi actitud cabizbaja, no la tuya, que al contrario que la mía, es autoritaria y con aires de superioridad.
Ni siquiera tú te das cuenta de que esto que empezó hace mucho se deshace. Pero esta vez no por culpa mía, no porque no haya sido yo la que se distancie, sino por tu falta de compresión, que a pesar de mis avisos, ha seguido altiva e inamovible. No creo que estés a tiempo de arreglarlo, incluso si lo pretendes creo que yo me opondré a ello, creo que es bastante obvio el por qué. No me gusta que me traten como a una niña cuando la infantil e inmadura eres tú. Eso implica las bromas cargadas de maldad y sin ninguna intención de hacerme reír a mí también y por supuesto también implica tu falta de consideración ante mis problemas, que en parte, algunos también fueron tuyos, pero que como anteriormente, han sido tapados por una sábana caprichosa que únicamente decide abrirse ante mi razón. Estoy extasiada de dar y no obtener nada a cambio, mi altruismo se acabó, al igual que toda esta injusticia.
Me gusta un montón. Creo que deberías imprimirlo y dárselo. Te lo juro.
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