viernes, 21 de enero de 2011

-Realidad-

No hay más ciego que el que no quiere ver.
Y yo que me quise creer que todos estaban en mi contra, que era una pobre e indefensa niña de dieciocho años. No, en realidad no me creí ni la mitad de eso.
Motivación, un poco sólo. A quien pretendo engañar, ni siquiera un poco. Nada. No puedo pretender sacar de un pozo sin fondo agua cristalina.
Vida sedentaria.
Preocupaciones que no aparentan ser nada y que, sin embargo, llevan ocupando esa motivación durante meses. ¡Qué pérdida de tiempo! En realidad todavía siguen, aunque mucho menos.
Bipolaridad. No sé, no sé por qué lágrimas de alegría se deslizan tristemente por mis mejillas. Sin motivo aparente.
Es hora de olvidarme de ti, de seguir con mi vida, esa que nunca tuve, única y exclusivamente mía, de hacer algo por mi futuro, de no acordarme del pasado, de aprender, de fallar.
Se acabó el quedarme sentada en esta silla azul... cansada de soportar siempre el mismo cuerpo desolado, perdido, pesado...
Pero me cuesta tanto...
Aunque, eso no significa que no lo intente.

Gracias, Mª del Mar Barreales Treceño.

2 comentarios:

  1. Tienes que explicarme eso último, pero me encanta tu determinación :)

    ResponderEliminar
  2. Yo tb te apoyo, pero has de contarnos si si si
    ¿Que te dijo tu mama?

    ResponderEliminar