sábado, 1 de enero de 2011

-Ataque de tristeza-

No sé si estas lágrimas son por tí, por mí, porque intuyo que quizás no volverá a ser igual, porque me falta algo, no sé.
Después de un día genial, me dispongo a hacer un balance del año. Un año que, al igual que la mayoría de los anteriores, despido con mal sabor de boca.
Un año de estres, de dejarse vencer, de esconderse, de llorar, de sentir los extremos, tanto el bueno como el malo pero nunca algo intermedio. De perder, de no volver a ver, de lamentar, de querer olvidar, de arrepentirse.
Aunque haya habido cosas buenas, las malas han dejado tanta marca que soy incapaz de esbozar una mísera sonrisa, en este mismo instante, al recordarlas.
Sólo ha habido un único sentimiento capaz de llenar la frustración y la desgana, y hace unos días tuvo que desaparecer mi vida.
Creo, que para este 2011 no haré nada de lo que pueda arrepentirme ni nada que pueda perjudicar minimamente a los demás, ya que, creo que todo esto me está pasando porque el karma ha querido devolvérmelo.
Eso que tanto temí pasó. Me gustaría poder compartir algún día, sentimientos similares con alguien con mis mismas intenciones.
Sea quien sea el que mueve las fichas del destino, por favor, que cambie las mías, yo no quiero seguir jugando así, con esta desventaja.

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